No sé si te habrá pasado alguna vez que llega el momento en el que piensas que no queda nada nuevo por descubrir en tierras donde has vivido gran parte de tu vida. Donde has recorrido un millón de veces el mismo camino y, poco a poco, deja de sorprenderte. De repente parece que ya has visitado todos los rincones a tu alrededor, cubriendo con un telón invisible el potencial de tu lugar natal.

Pues bien, así me he sentido durante muchos años. Lo que me llevó a viajar a otras comunidades e incluso países en busca de nuevos lugares que saciaran esa sed y sentir de nuevo la adrenalina y excitación al explorar nuevas maravillas naturales.

Tenía muchas ganas de volver a las tierras que me vieron crecer y demostrarme a mí misma que estaba equivocada. Te presento esta Colección que une dos ciudades muy importantes para mi, Elche y Almansa. Jamás hubiera pensado que descubriría los rincones que te voy a mostrar en esta aventura.

Esta Ruta conecta montañas y valles tratando de evitar al máximo el uso de carreteras. La idea es sumergirte de lleno en la naturaleza donde los conejos, liebres, jabalíes, cabras montesas y diversas aves son tu compañero de viaje; donde las montañas forman las paredes de tu hogar dándole un decorado peculiar; y donde el tomillo, el romero y los árboles frutales son la fragancia que te rodean.

El recorrido está compuesto por algunos tramos del Camino de Santiago, la Vía Augusta, el Camino del Cid y senderos oficiales de corto recorrido. En su mayoría son pistas de tierra compactada y sendas que, en alguna ocasión, se encuentran erosionadas o cubiertas de piedra suelta. Esto que le da un toque más interesante a la experiencia. Lo ideal es utilizar una bicicleta de montaña o gravel. Se pueden utilizar alforjas, aunque algunas sendas son un tanto estrechas.

La Ruta está diseñada para aprovechar al máximo la naturaleza y no pasa por muchos núcleos urbanos. Por lo que es conveniente llevar suficiente comida y agua en las alforjas, al menos para un par de días. Durante el recorrido no hay un gran número de fuentes de agua potable, aunque hay ríos y embalses para refrescarse. En caso de necesitar urgentemente agua, siempre se puede preguntar amablemente en una de las fincas por las que pasa la Ruta. En muchos de los casos es la excusa perfecta para comenzar una conversación y conocer de primera mano las características de la zona.

Esta Ruta se puede realizar durante todo el año, cada época ofrece una experiencia ligeramente diferente. La primavera y el otoño están llenos de colores de distinta gama y las temperaturas son muy agradables; el invierno, a pesar de tener los días más cortos, las temperaturas son perfectas para pedalear; el verano es ideal para descubrir la huerta valenciana. Sin embargo, en la temporada estival los días suelen ser muy calurosos y es conveniente evitar las horas centrales, ya que las temperaturas pueden rondar los 40 grados.

Si te gusta disfrutar de noches estrelladas, en esta aventura puedes fácilmente buscar un rincón tranquilo en la naturaleza para dormir. Alternativamente, puedes desviarte a cualquiera de los pueblos cercanos al trazado de la Ruta donde existe la posibilidad de hospedaje.

Para mayor accesibilidad, tanto el inicio como el final de la Ruta dispone de medio de transporte público, más concretamente tren y autobús.

Sin más dilaciones te dejo con esta joya que prueba que no siempre hay que desplazarse lejos para descubrir lugares que te quitan el aliento. Una ruta salvaje cerca de la civilización que asciende desde prácticamente el nivel del mar hasta los más de 1000 metros de altura en la meseta manchega. Una experiencia que pone a prueba tu condición física, a la vez que te llena de energía por el poder de la naturaleza.