Lo que más me ha fascinado siempre del ciclismo es la eficacia y las distancias que se pueden recorrer. Es posible cruzar un país entero o incluso un continente en bicicleta. Para mí es, con diferencia, la forma más bonita de viajar. La velocidad es lo suficientemente rápida como para recorrer varios cientos de kilómetros en un solo día y, sin embargo, lo suficientemente lenta como para apreciar realmente el país y sus gentes.

Ya había cruzado antes varios países de Europa, pero nunca mi propio país de origen.

Bikepacking Trans Germany era una carrera de bicicletas de montaña a través de Alemania. Se inspiró, entre otras cosas, en el legendario Tour Divide de Estados Unidos. La ruta atraviesa Alemania de suroeste a noreste, de Basilea a Rügen.

A lo largo del camino se extienden espacios naturales como el Alb Suabo, los Montes Metálicos y Lusacia. Y también te lleva a conocer paisajes de los que probablemente nunca hayas oído hablar, mostrándote un lado desconocido y bello de Alemania que muy poca gente conoce realmente.

A través de pequeños senderos y carreteras sin asfaltar lejos de caminos concurridos, vas a experimentar una Alemania que parece un secreto bien guardado.

Desde que oí hablar por primera vez de la BTG, he soñado con hacer este recorrido. En el verano de 2020, había llegado el momento. Debido a la pandemia mundial, se habían cancelado otros eventos. La oportunidad de participar en el legendario BTG se presentó con poca antelación. Este año era diferente: no había salida conjunta y el recorrido variaba ligeramente, con salida en Rheinbach, cerca de Basilea (Alemania), sin los tramos habituales en Suiza, Polonia y la República Checa. Estos cambios no mermaron mi expectación.

Tomé el tren a Basilea y pedaleé a lo largo del Rin hasta Rheinbach para llegar a la línea de salida. Allí pasé un día y medio comiendo y descansando. Una y otra vez me encontraba con otros ciclistas que se estaban preparando para la salida.

Aunque oficialmente no había salida conjunta, muchos habían decidido empezar en la fecha prevista inicialmente, igual que yo. Josh, a quien ya conocía de otros eventos, era uno de ellos. Nos encontramos por casualidad y recorrimos juntos gran parte de la ruta. Hacia el final nos perdimos de vista, pero nos reencontramos en ya en la meta de Rügen. Allí celebramos el final de esta loca aventura juntos en un restaurante.

Todavía no me he recuperado de las impresiones de este viaje. Me abrió los ojos a las bellezas de mi país natal como ninguna otra ruta lo había hecho. Excepto una noche, dormí siempre al aire libre y experimenté la naturaleza de forma aún más intensa.

Muchas gracias a Achim y Thomas, los inventores de la ruta, así como a los numerosos exploradores que la han hecho posible. Por cierto, ahora hay planes para volver a hacerla con una salida conjunta. Para estar al día, visita esta página web: btg-grand-tour.jimdosite.com