Normalmente para llegar al punto de inicio de una ruta sueles atravesar una serie de paisajes, a medida que avanzas por el territorio, que te van preparando poco a poco para el lugar al que te diriges. Otras veces tomas un vuelo y apareces en un entorno muy diferente, o viajas de noche y amaneces en un lugar alucinante. Sin embargo, siempre sueles estar preparado para lo que vas a encontrar, por más que te maraville vivirlo después: la costa, un paisaje boscoso, las cumbres peladas de las montañas, un árido desierto de arena y dunas o un paisaje lacustre sin fin. Ya cuentas con una imagen mental de cómo será en términos generales.

Aquí, en las Bardenas Reales, este no es el caso. Por más que te hayan hablado de este impresionante lugar o por más fotos que hayas visto, cuando comienzas a adentrarte en este espacio tan especial y crudo, tu mente no se espera la grandiosidad del paisaje que está a punto de ver. Por eso aquí es normal escuchar eso de “parece que estemos pedaleando por otro mundo. Parece extraterrestre.” No sé a ti, pero a mí esa sensación me encanta. Es uno de los mejores indicadores que tengo para detectar que estoy realmente viajando.

Puedes disfrutar de las Bardenas Reales con la bicicleta de muchas maneras, pues hay un sinfín de pistas y caminos que permiten combinaciones para todos los gustos y niveles. Tienes nueve recorridos marcados y cientos de caminos para explorar.

Las Bardenas se dividen en la Bardena Negra, al sur y con tierras más oscuras, y la Bardena Blanca, la más conocida, que se subdivide en la Bardena Alta y la Bardena Blanca Baja.

El viaje que te propongo en esta Colección recorre las Bardenas Reales y sus alrededores. Vas a visitar los lugares más conocidos y a descubrir algunos menos transitados, de manera que te lleves a casa un popurrí de preciosas panorámicas de este mágico escenario.

Aunque con buena sección de neumáticos y técnica podrías completar esta Colección en una gravel sin problemas, te recomiendo que uses una bici MTB para exprimir la diversión que te ofrecen muchos de los tramos y para atravesar con mayor comodidad y seguridad el a veces áspero terreno por el que pasarás.

Aunque el viaje es lineal —va desde Uncastillo hasta Tudela— verás que hay tres Rutas lineales y otras dos circulares. Así vas a poder disfrutar tanto de la sensación de viaje con la bici cargada, como de la libertad de movimientos de pedalear sin equipaje.

La época recomendada para visitar las Bardenas es a finales de primavera y a comienzos de otoño. El resto del año puedes pedalear pero teniendo muy presente que si llueve hay zonas que se vuelven impracticables por el barro y que, si hace mucho calor, la mayor parte de los tramos están muy expuestos y puede hacerse duro.

Siempre es interesante que te informes antes de iniciar el viaje, además de con qué clima vas a pedalear, de las restricciones y recomendaciones en el parque natural durante esa época del año. A veces se cierra el acceso a algunas zonas temporalmente para proteger la nidificación de rapaces, o te aconsejan que visites alguna laguna para ver aves migratorias reponiendo energías en sus viajes.

Hay alojamientos disponibles al final de cada etapa y, si te pica la curiosidad, puedes encontrar otros bien interesantes (como casas-cueva o cabañas aisladas) a lo largo de la Ruta. Te recomiendo, en cualquier caso, que los reserves con antelación.

La logística para el transporte es un poco compleja en esta zona: hasta Uncastillo puedes llegar en bus o en coche. En Tudela tienes además una estación de trenes. Sin embargo, la conexión entre ambas localidades pasa por hacer parada en Zaragoza.

Prepara tu nave espacial a pedales y lánzate a descubrir este paisaje extraterrestre.