En el piedemonte pirenaico oriental aragonés se esconden tesoros arquitectónicos medievales y paisajes inalterados preservados por la despoblación. La baja Ribagorza y la Litera son dos comarcas oscenses separadas de Cataluña por el mar artificial de los embalses de Canelles y Santa Anna, ambos en el cauce del Noguera Ribagorzana.

Administrativamente, la Unión Europea considera como despoblada una zona con menos de 12,7 habitantes por kilómetro cuadrado. La comarca de la Litera duplica esa cifra en su cómputo general, pero sus habitantes se concentran en los núcleos urbanos principales. Por su parte, la Ribagorza no alcanza ni cinco habitantes por kilómetro cuadrado.

Este desierto humano deja enormes extensiones de terreno libres de intervención en las que la naturaleza sigue su curso virgen e indómita. La vuelta en bici de gravel a la Litera y la Ribagorza es un recorrido de casi 184 kilómetros que te lleva por pistas y sendas entre los inmensos carrascales, crestas, despoblados y castillos de la Huesca escondida.
Te propongo rodar pausado y disfrutar cada pedalada por estos parajes. Es por esto que he dividido el recorrido en tres etapas. Además, con esta planificación repartes los casi 3800 metros de desnivel positivo de forma más equilibrada.

La Ruta abarca dos grandes temas: el cultural y el natural. En la Edad Media, la Litera y la Ribagorza fueron territorios vibrantes de conflicto entre cristianos y musulmanes, principalmente. Aunque no solo estos, sino también entre aragoneses y franceses. Así lo testimonian los castillos de Benabarre y Estopiñán. Su señorío se ve en las iglesias de Lascuarre o Montañana. Todos los pequeños pueblos o despoblados con sus casas de piedra e intrincadas veredas albergan el espíritu de un pasado próspero. También ruedas alrededor de las zonas pobladas entre huertos, campos de cereal y granjas que marcan el carácter agrícola de estas tierras.

En el apartado natural te esperan paisajes vírgenes con enormes crestas calcáreas, grandes bosques de encina, cabalgamientos geológicos y una gran variedad de fauna que campa a sus anchas en el suelo y el aire.

Las altitudes del recorrido van desde los 400 a los 1300 metros sobre el nivel del mar. Así que las mejores estaciones para pedalear por estos caminos son la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son más templadas. De todos modos, no descartes completamente el invierno, si no hace demasiado frío, podrías gozar de preciosos días de cielos azules.

Una bici de gravel, con manillar curvo o plano, es perfecta para esta aventura. Con esta montura puedes rodar a buen ritmo y ligero por las pistas y carreteras del oriente aragonés, especialmente si escoges unos neumáticos con tacos pequeños. Es muy importante hacer un mantenimiento preventivo antes de arrancar y llevar contigo repuestos en caso de pinchazos o mecánica ligera, pues por aquí no hay posibilidad de encontrar tiendas o talleres.

La vuelta es circular comenzando en Castillonroy. Hasta aquí puedes llegar en vehículo particular y estacionar cerca de la piscina municipal. Si prefieres desplazarte en autobús, lo mejor es que tomes uno desde Lleida a Alfarrás o Tamarite de Litera y, desde allí, pedalear una hora a Castillonroy. Consulta los horarios, tarifas y condiciones de transporte de tu bici en este enlace autocarsgamon.com.

A pesar de la despoblación, puedes viajar ligero en esta Ruta. Las etapas terminan en Puente de Montañana y Benabarre, dos pueblos con sobrados servicios de hospedaje y alimentación. Te recomiendo que lleves agua y comida suficientes para cada jornada, ya que, encontrar suministros en el camino es difícil.

¡Disfruta de tres días de gravel por la Huesca escondida!