El Tajuña es el segundo río más largo de la cuenca hidrográfica del Tajo, únicamente superado por el propio Tajo. A través de 254 kilómetros, desde el pueblo alcarreño de Maranchón —cerca del Camino del Cid—, fluye entre hoces y cañones calizos, llena el embalse de la Tajera, riega la campiña de las vegas de Madrid y hace reverdecer inmensas choperas antes de donar sus aguas al Jarama en la madrileña Titulcia.

En su ribera prosperan numerosas poblaciones que toman de él su apellido, así como otras muy conocidas como Cifuentes o Brihuega. El Tajuña es un collage de paisajes. En su parte alta se abre paso entre los huertos y páramos de la estepa castellana. Desde poco, antes de Anguita hasta Brihuega, el cauce juega a esconderse entre hoces y profundos cañones, camuflarse por amplias vegas y correr a la sombra de los altos chopos, avellanos y cerezos que prosperan en sus márgenes. De ahí en adelante se convierte en el crisol vegetal, silvestre y agrícola de las vegas de Madrid. Casi al final, por los páramos y cortados del sur madrileño, sus aguas se distraen entre los humedales para jugar con los pájaros.

Te invito a pedalear en tu bici de gravel durante tres etapas por las vías más cercanas al cauce del río y dejarte acariciar por la brisa fluvial mientras surcas a golpe de pedal la riqueza de este desconocido afluente del Tajo. La corriente te lleva a ver infinidad de postales inesperadas cerca de grandes zonas urbanas sin perder un ápice de su carácter salvaje.

La Ruta empieza en Maranchón. A esta población de Guadalajara puedes llegar en un autobús de la empresa Samar desde la estación del sur de Madrid. En su página web puedes consultar los horarios y precios: samar.es. Además, cuentan con un servicio especial sin coste para transportar bicicletas. Otra opción es tomar un tren regional hasta Medinaceli y, desde ahí, pedalear unos 30 kilómetros. Tu destino final se encuentra en Titulcia. Esta población está muy cerca de Ciempozuelos, que cuenta con una estación de tren de Cercanías que te puede llevar de vuelta a Madrid.

El recorrido no tiene apenas dificultad técnica ni física, ya que en sus casi 230 kilómetros de distancia, apenas roza los 1900 metros de ascenso. Las pistas y carreteras aledañas al Tajuña son de buen rodar, por lo que una bici de gravel con un neumático con pocos tacos es ideal para disfrutar de esta aventura. Recuerda hacerle una revisión previa a tu montura para asegurarte de no tener ninguna avería y lleva contigo alguna cámara de repuesto.

Cada etapa termina en una población que cuenta con servicios turísticos ideales para descansar y disfrutar de la gastronomía local. De este modo, puedes viajar con equipaje muy ligero, pues una muda de ropa casual te será más que suficiente. Recuerda llevar crema solar y alguna capa de abrigo para las mañanas. En el camino encuentras muchas poblaciones con fuentes para rellenar los bidones y bares donde tomarte un refrigerio.

Las mejores estaciones para pedalear por el río son la primavera y el otoño. Las temperaturas son más agradables y la vegetación, más exuberante. Solo te recomiendo evitar los días lluviosos, ya que el terreno se complica por el barro. El verano es muy caluroso y, en invierno, aunque es factible, podría haber días fríos y ventosos.

Solo me queda desearte que el Tajuña te sorprenda con su maravilloso mundo oculto.