Soldatenfriedhof Brumleytal

El cementerio recuerda una muerte completamente sin sentido: al final de la Segunda Guerra Mundial, las unidades británicas avanzaron hacia Ibbenbüren desde el sur. Un tanque británico fue atacado por las Juventudes Hitlerianas en la Volkssturm y la tripulación murió con una granada de mano arrojada al tanque. Luego, las tropas británicas se retiraron y bombardearon a los soldados alemanes mal equipados con artillería durante tres días antes de capturar la cresta del bosque de Teutoburgo. Un total de tres cementerios militares, el del Valle de Brumley, el del lado opuesto del Teuto en el campo de entrenamiento canino y el de la Mujer Agachada hablan de esta escaramuza sin sentido, desencadenada por estúpidos fanáticos.

Estos lugares, que suelen denominarse "cementerios de guerra" o "cementerios de soldados", siguen siendo muy importantes como monumento conmemorativo de los innumerables muertos en la guerra. "Ahora tú, oh Señor, deja que tu siervo se vaya en paz, como dijiste..." dice el llamado "Cántico de Simeón" (Evangelio de Lucas capítulo 2, versículo 29). Sin embargo, las muchas personas enterradas aquí no murieron en paz, sino que fueron víctimas de la guerra y de una tiranía inhumana.
La función más importante y al mismo tiempo perdurable de los cementerios militares, honorarios o de guerra es mantener viva la memoria de este sufrimiento y, cada generación nueva (!), recordarnos la preservación duradera de la paz.

En este cementerio de guerra descansan 42 soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial.
Muchos jóvenes soldados alemanes y británicos perdieron la vida en los combates en el valle de Brumley.