Ermita de Sant Onofre

Hermana de la de San Juan en emplazamiento, la ermita de San Onofre ocupaba el extremo oriental de la alargada balma que les servía de techo.
Sólo tenía una entrada por levante, con setenta escalones, excavados en la piedra y otros de palos travesaños. Estaba a un centenar de metros de Santa Magdalena.
Era una de las más reducidas y escondidas; sin huerto al lado, por falta de espacio, como la mayoría tenían, sino en el pie, con el de san Juan. El captamiento de agua lo hacían en un par de cisternas despejadas en la misma roca.
El panorama desde esta ermita es espléndido: domina todo el mediodía, y en días claros, aun se puede distinguir en la parte de mar la silueta de las islas Baleares (Sierra de Tramuntana en Mallorca).
Si bien ahora hay una portecita baja que comunica las dos estancias, cuando estaban habitadas no tenían comunicación, y aunque los ermitaños pudieran hablar por las ventanas e incluso pasarse fuego, no podían verse ni visitar si no fuera con una vuelta de media hora.