Cordel del Puerto de la Morcuera

El sendero sube entre robles, escobas y matorrales hacia la parte alta de los pastos ganaderos. El puerto de la Morcuera aparece claro en el fondo del horizonte, muy arriba. En el paisaje del valle la panorámica recorre gran parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares hasta las siluetas de la ciudad de Madrid, con la pirámide del Cerro de San Pedro en el centro de la planicie. En esta ladera es fácil perder el trazado del camino, hay muchas trazas que hacen las vacas pero simplemente dan vueltas en la pradera. Las marcas de pintura verde y blanca del SL-05 son claves para completar el último tramo de la subida. El duro repecho termina en el paso del Cordel del Puerto de la Morcuera, una antigua vía pecuaria secundaria que usaban los pastores para cambiar los rebaños entre el valle del Lozoya y la Cañada Real Segoviana, que pasa por los municipios de Soto del Real y Miraflores de la Sierra. Los páramos altos de la sierra de la Morcuera y la Hoya de San Blas han sido durante siglos un agostadero importante de ovejas, caballos y vacas en la sierra de Guadarrama. Los extensos campos de piornos y cervunales que alfombran los montes serranos constituían un excelente pasto veraniego para los rebaños trashumantes que han estado recorriendo las cañadas pecuarias de Guadarrama hasta finales del siglo XIX. En sus mejores momentos la cabaña trashumante concentraba más de quince mil ovejas en los puertos de la sierra y otras diez mil cabezas de vacas y caballos. El pastoreo trashumante ha desaparecido de la sierra. En la actualidad sólo las vacas de los ganaderos locales suben cada verano hasta los rasos de los puertos para aprovechar los pastos de las matas de cervunal y piorno. Desperdigados en lugares estratégicos de las cabeceras de los valles y los pasos de montaña se conservan chozos pastoriles y apriscos que servían de refugio a los pastores para protegerse de los fuertes vientos serranos y las tormentas de nieve. Las extensas repoblaciones de pinar realizadas a mediados del siglo XX fueron decisivas en la transformación de importantes zonas de pastizal por territorio forestal, acelerando el cambio de las viejas tradiciones, vinculadas con la ganadería, hacia nuevos métodos de explotación y desarrollo económico relacionados con la madera y los recursos de los bosques.