Pilgerstatue

Estatura de peregrino en la iglesia de peregrinación de la Asunción de María, con una gran vista de los Alpes al fondo

La gente siempre ha querido viajar a lugares donde poder estar especialmente cerca del cielo. En la Edad Media la gente peregrinaba independientemente de su origen o educación.
Había tres importantes destinos de peregrinación de larga distancia: Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. Este último debió su apogeo principalmente al hecho de que Tierra Santa estaba ocupada por árabes y Roma no era lo suficientemente agotadora para muchos peregrinos penitentes.
Los primeros peregrinos a Santiago de Compostela fueron nobles y alto clero como obispos y abades, incluido Francisco de Asís. Pero pronto también lo siguió la gente común. La mayoría de los peregrinos que venían de toda Europa tenían motivos religiosos: a los que peregrinaban a la tumba del apóstol se les perdonaban los pecados. Algunas personas fueron a Santiago a cumplir un voto, otras querían pedirle algo al apóstol. En la Baja Edad Media también existía la peregrinación punitiva o penitencial, a la que un criminal o pecador podía ser condenado por tribunales seculares o eclesiásticos. Una forma especial de peregrinación era la “peregrinación de delegación”, que una persona realizaba en nombre de otra o de un grupo.
Las rutas de peregrinación a Santiago se extienden como una telaraña por toda Europa desde hace más de 800 años. Todos los caminos terminan en el “Camino de Santiago” (hoy País Vasco) que conduce desde Burgos (hay alrededor de 30 grandes casas de peregrinos) hasta el destino final, Santiago de Compostela, para abrazar la estatua de Santiago en la catedral. .