Römerturm Kürnbergerwald

Los cimientos de esta atalaya, construida en el siglo II, no se descubrieron hasta 1936 y fueron excavados y conservados en 1991. Un buen lugar de descanso tras las huellas de los romanos.

El vino se convierte en oro.
Un joven de Ottensheim volvió a pasar entre los escombros del castillo de Kürnberg. Pero esta vez algo fue diferente.
Descubrió una entrada al castillo. Curioso, siguió caminando hasta encontrarse frente a una magnífica bodega. Aquí se alineó barril tras barril. El hombre no dudó mucho y tomó un fuerte sorbo. También quiso llevar una muestra a su familia. Pero de repente tres ancianos le cerraron el paso. El joven balbuceó una oración y les rogó que lo dejaran ir. Tuvo suerte. Los tres incluso le permitieron llevarse todo el vino que quisiera. Sin embargo, había una condición: sólo él y su familia podían beberlo.

Todo salió bien por un tiempo. Un día, sin embargo, dejó que sus amigos probaran el vino. Quedaron sorprendidos por la bondad de la bebida. Curiosos, querían saber cómo podrían conseguir ellos también el vino. Pero el joven no reveló nada. Entonces todo el asunto llegó ante el consejo. El hombre no tuvo más remedio que revelar la bodega secreta. Las cosas empeoraron: se suponía que debía realizar una cata de vinos para confirmar su historia.

La puerta de la bodega estaba abierta y los tres ancianos ya esperaban dentro. De repente sacaron algo de sus bolsillos. El joven se desmayó por el shock. Cuando despertó, su sombrero estaba lleno hasta el borde de viejas monedas de oro. La bodega encantada, sin embargo, se había hundido en las profundidades junto con sus guardianes. Nadie lo ha encontrado desde entonces.
© Helmut Wittmann

Especialmente en tiempos como estos, un buen lugar para un descanso. En casi cualquier clima.