“El Guijarro del Pacífico” es un extraño apodo para Nueva Caledonia, un territorio francés de ultramar en el Pacífico Sur. En mi opinión, no refleja en absoluto la realidad.

Este archipiélago es, de hecho, muy grande: consta de una isla principal, Grande Terre, y de las islas de la Lealtad, Maré, Ouvéa, Lifou y Tiga. Un poco más al sur de Grande Terre, puedes descubrir la isla de Los Pinos, famosa por sus playas blancas e inmaculadas, salpicadas de pinos columnares.

Sus excepcionales lagunas están catalogadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los arrecifes de coral que rodean Grande Terre llegan a más de diez kilómetros de la costa, lo que convierte a Nueva Caledonia en la isla con el segundo arrecife de coral más grande del mundo, después de Australia.

Esta antípoda francesa tiene un estatus especial: tras el Acuerdo de Numea de 1998, se está implantando gradualmente una ciudadanía caledonia y una transferencia de poder del Estado francés a Nueva Caledonia.

Hay que decir que a la metrópoli le cuesta soltarse. Este archipiélago alberga un tesoro mineral del que derivan enormes beneficios económicos: el níquel. Aquí se explota un tercio de los recursos de níquel del mundo. No es un hecho reciente, ya que la fiebre del oro rojo comenzó cerca de Numea en 1874.

En 1864, el Estado francés estableció allí una prisión a la que, hasta 1897, fueron enviadas 21 630 personas a romper piedras y otros trabajos forzados. Quizás de ahí venga el apodo. Entre ellos, fueron deportados 4250 revolucionarios de la Comuna de París, como Louise Michel.

El colonialismo francés en esta parte de Melanesia no fue ningún camino de rosas, sino todo lo contrario. En 1878, los canacos, los habitantes originales, se rebelaron. En total, murieron 1200 canacos y 200 europeos. Ataï, el líder de esta rebelión, fue decapitado y su cabeza enviada a París para su estudio. Afortunadamente, los tiempos han cambiado y, en 2014, el museo de Historia Natural de París devolvió el cráneo de Ataï a sus descendientes para reparar el ultraje.

La Nueva Caledonia actual sigue dividida en dos grupos: los canacos, el pueblo melanesio original, y los caldoches, los descendientes de los colonos franceses.

Esta Colección de siete etapas y aproximadamente 114 kilómetros te ofrece la oportunidad de descubrir los magníficos caminos y paisajes de la Provincia del Sur. Se trata de un país tropical, y aunque se empieza por una parte bastante desértica, a partir del tercer día el camino te lleva por una increíble selva.

El cambio de escenario es total y los descubrimientos, extraordinarios, ya que todas las plantas y animales que se encuentran a lo largo del camino son endémicos. Sin embargo, el frío y la humedad están muy presentes. Necesitarás un buen jersey y ropa para la lluvia.

También debes llevar un buen calzado con suela antideslizante, ya que los caminos de laterita roja pueden estar embarrados y resultar resbaladizos.

No es necesario llevar una tienda de campaña, porque en cada etapa encontrarás un faré o refugio. En ellos siempre encontrarás agua y, a menudo, una barbacoa. Sin embargo, si quieres más privacidad, también hay muchos lugares en los que poner tu tienda de campaña. El agua de los arroyos es potable pero en caso de duda, usa pastillas potabilizadoras de agua, que puedes comprar en una farmacia.

Te recomiendo visitar esta parte de Oceanía entre principios de mayo y mediados de noviembre. Este periodo es menos lluvioso y más fresco. Evita la temporada de calor y humedad que se extiende en estas latitudes desde mediados de noviembre y hasta mayo.

El inicio de la Ruta, que comienza en Prony, es de difícil acceso, ya que no hay servicio de autobús para llegar. Tendrás que buscar quien te lleve o hacer autostop para llegar. Por otro lado, hay un autobús para volver a Numea desde Dumbéa.

Las compras se realizan en francos CFA. En este itinerario de siete días no encontrarás tiendas ni restaurantes, por lo que no tendrás más remedio que comprar comida en Numea y llevarla en la mochila.

Un último consejo: para que tu estancia sea completa y te mezcles con los lugareños, tienes que probar las cafeterías nakamal (encontrarás señales indicativas en las carreteras secundarias).

Sirven kava, una bebida anestésica terrosa que tiene un fuerte efecto relajante. ¡Es increíble! Se trata de la misma bebida que se sirve en las demás islas melanesias del Pacífico en señal de bienvenida, durante una ceremonia tribal llamada “la costumbre”.

¡Buen viaje en esta Gran Ruta de Nueva Caledonia 1!