Mi amigo y fotógrafo Philip estuvo en las Islas Feroe en 2015. Quería observar desde allí el eclipse total de sol, ya que era uno de los pocos lugares del mundo en donde se podía ver en esa ocasión. Cuando volvió, estaba encantado y me dijo: "¡De verdad que tienes que ir allí en bicicleta! Dijo que las islas eran increíblemente hermosas, con pueblos pintorescos y acantilados pronunciados y verdes que se alzaban sobre el oscuro océano Atlántico Norte. Me puse a investigar enseguida y quedé encantado con lo que encontré. Rápidamente, planifiqué la travesía por las islas de este a oeste en bicicleta de gravel.

Finalmente, en mayo de 2018, llegó el momento: junto con Max Schumann, emprendí un viaje hacia el archipiélago en el Atlántico Norte, donde nos esperaba un tramo de 182 kilómetros con un desnivel positivo de 4180 metros. En mi equipaje llevaba una tienda de campaña, un saco de dormir y un colchón. ¡Estábamos listos para la aventura!

Ya había descubierto de antemano algo especial del archipiélago. Muchas de las islas están conectadas por largos túneles y no estaba seguro de que fueran transitables en bicicleta. Así que me puse en contacto con un ciclista local a través de Instagram. Le pregunté y me respondió: "No está permitido, pero tampoco está prohibido. Eso sí, no te olvides de la luz y de una chaqueta: ¡hace frío y está oscuro bajo el mar!".

Ya sabíamos que el clima en el Atlántico Norte es bastante imprevisible, así que planificamos las etapas diarias con bastante margen de maniobra. Sin embargo, lo que experimentamos in situ superó nuestra imaginación. Especialmente el primer día: hubo tanto viento que simplemente me sacó de la carretera y me arrastró a la cuneta.

Al cabo de tres días, llegamos a Gásadalur, en la costa oeste de las islas, muy agotados, con los oídos zumbando por el viento, pero muy contentos. Y nos dimos cuenta: ¡Philip tenía razón! Las islas son increíblemente hermosas, agrestes y prístinas, y recomiendo a todo el mundo que venga aquí alguna vez en su vida. Cualquiera que haya estado en las Islas Feroe entenderá por qué hay una cierta encantadora pero innegable rudeza en la gente y la cultura. El clima aquí es simplemente algo fuera de lo común.