Es casi poético que muchas personas decidan hacer el Camino cuando necesitan encontrar su “propio camino”. Y es que muchas veces la vida es eso: una larga senda que a veces se vuelve cuesta arriba, otras tanto cuesta abajo y, en muy pocas ocasiones, llanea y no entraña emociones.

Cuando te enfrentas a una experiencia de este tipo, es muy posible que exista una mímesis entre lo que vives y lo que sientes en ese momento. Las piedras del camino te hacen tropezar, pero recuerda que siempre te levantas más fuerte y con más ganas de enfrentarte al siguiente reto, porque la enorme satisfacción de superar los obstáculos solo la conoce quien se lanza a buscarlos.

En la aventura que te propongo vas a encontrar muchos de estos. El cansancio será tu fiel compañero. La experiencia, tu memorable recompensa.

El Camino Primitivo toma su nombre, precisamente, de su antigüedad. Su origen se remonta al siglo IX, cuando el rey Alfonso II el Casto viajó en peregrinación desde Oviedo hasta Santiago de Compostela para descubrir los restos del apóstol. El itinerario fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2015.

Este trazado, por tanto, está mucho menos adaptado que los demás. Mientras que otros Caminos suelen recorrer pasarelas o senderos cómodos y bien marcados, el Primitivo discurre a través de las grandes montañas de Asturias y Galicia, con el desnivel que ello conlleva. No es de extrañar, pues, que este sea uno de los Caminos de mayor dificultad.

Esta Colección es una recopilación de 11 etapas que te conducen siempre hacia el interior, a través de las montañas y las aldeas asturianas y gallegas. El recorrido de unos 310 kilómetros entraña grandes desniveles en cada Ruta, lo que asegura lugares remotos y paisajes de una belleza sin igual. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este viaje requiere mucha resistencia. No necesitas conocimientos técnicos para hacer el Camino Primitivo, pero sí algo de experiencia en este tipo de aventuras de varios días.

La mejor época para completar este recorrido es desde mayo hasta finales de octubre. No obstante, tanto Asturias como Galicia son comunidades lluviosas, así que esta estimación puede variar cada año dependiendo de la predicción meteorológica.

El punto de partida es Oviedo y el destino, como no podía ser de otra forma, Santiago de Compostela. Ambas son ciudades muy accesibles gracias a que cuentan con estaciones de tren y AVE, de autobús y aeropuertos. Puedes elegir la opción que más te convenga dependiendo de tu lugar de origen. Si decides acortar el itinerario, puedes ir a Lugo en tren o autobús y empezar desde ahí.

Toda la información referente a los alojamientos y el acceso a servicios está escrita en la descripción de cada etapa. La mayoría de pueblos cuentan con albergues públicos a los que puedes acceder con tu credencial de peregrino. Ten en cuenta que las plazas no se pueden reservar y, por tanto, se van llenando por orden de llegada. Si quieres asegurarte un sitio, debes madrugar mucho. Si prefieres ir con tranquilidad, te aconsejo que reserves albergues privados con antelación.

La respuesta a qué llevar es muy simple. Lo más importante es el calzado: utiliza zapatillas cómodas y de suela adherente o botas que no sean rígidas. Lleva apósitos y vaselina para los pies. Para las noches, ropa térmica o un plumas ligero, independientemente de la época en la que vayas. Un chubasquero y una funda para la mochila tampoco están de más. Asegúrate siempre de llevar agua de sobra y barritas o frutos secos.

Recuerda admirar el paisaje y respirar bien profundo para que el frescor de los aires del norte eche raíces en tus pulmones y se queden, de alguna forma, para siempre dentro de ti.

¡Buen camino!