Durante el invierno me planteé participar en la primera edición de Seven Serpents: seven-serpents.com.
La posibilidad de recorrer en bicicleta las pistas de tierra de Eslovenia, cruzar las islas croatas y luego dirigirme al norte hacia Trieste a través de Istria me sonaba fantástica. Lo que más me atraía en aquellos fríos días de enero era la idea de llegar a algún pueblo costero al atardecer, darme una ducha y contemplar la puesta de sol sentado frente a una copa de vino blanco bien frío a la espera de un pescado a la parrilla.
Qué equivocado estaba.

La Seven Serpents era mi primera experiencia en una prueba de ultraciclismo sin apoyo, por lo que me lancé a ella sin la menor idea de qué esperar ni de cómo planificarla. Bruno Ferraro, el creador y organizador de este evento, había proporcionado mucha información para que los participantes pudieran llegar preparados. Por desgracia, leer manuales nunca ha sido mi fuerte y esta vez pagué las consecuencias.

Pero demos un paso atrás. ¿Qué es exactamente la Seven Serpents? Tras la definición de "aventura bikepacking sin apoyo" se esconde una ruta de 830 kilómetros con casi 16000 metros de desnivel repartidos por Eslovenia, Croacia e Italia. Hay que completar este recorrido en un máximo de siete días. Salida en Liubliana, llegada a Trieste.

¡Ah, casi lo olvido! El camino se hace mayormente por pistas de tierra que van desde las que tienen una superficie compacta bien mantenida a ásperos senderos rocosos.. Igual de variados son los paisajes que se atraviesan: desde las llanuras eslovenas hasta los bosques croatas, pasando por la turística costa de Istria.

Aunque no es una carrera, el hecho de que haya un cronómetro de por medio y otros ciclistas en la Rutahace que tome una actitud un poco competitiva.
Así que, mientras admiraba el paisaje a través de las ventanillas del tren con destino a Liubliana, acariciaba sueños de gloria. Contemplaba la idea de terminar la Ruta en cuatro días y quizá en tres si me esforzaba un poco más.
Era joven (pero no tanto) e iluso (bastante).

Menos mal que me acompañaba mi amigo Peppe, mucho más experimentado en ultraciclismo y muy buen consejero. Llegamos a Eslovenia dos días antes para aclimatarnos y hacer un poco de turismo por Liubliana, una ciudad preciosa. El día antes de la salida fuimos a recoger nuestro pack de la prueba y asistimos a la reunión técnica final con Bruno. El ambiente era fantástico: ciclistas de toda Europa, todo tipo de bicicletas, muchas risas y muchos consejos valiosos. Nils, que fue el primero en terminar Ruta (en la mitad de tiempo que yo), confiesa que su secreto son las patatas cocidas. Lorenza, por su parte, confía en los ositos de gominola, mientras que Melvin, que será mi compañero de viaje durante la mayor parte de esta aventura, es un fanático de los Snickers. Pronto me di cuenta de que la alimentación es fundamental y Peppe me lo reitera esa misma noche, cuando me prepara seis bocadillos sin importarle que no tenga dónde ponerlos.

Esto es lo que me llevó una fría mañana de mayo a un parque de las afueras de Liubliana para esperar la salida marcada por Bruno, sin saber lo que me pasaría a partir de entonces. Te adelanto que no pude disfrutar de una copa de vino blanco frente a la puesta de sol mientras esperaba un pescado a la parrilla, pero aun así fue una aventura excepcional e inolvidable.