Muchas veces, en los discursos políticos de la radio francesa, se oye la expresión "de France et de Navarre". Esto se debe a que el reino de Aragón conquistó la Alta Navarra en 1512 y se anexionó al reino de España en 1516. La otra parte, la Baja Navarra, que permaneció independiente, se unió a la corona francesa a partir de 1589. Fue entonces Enrique IV quien inauguró el título de "Rey de Francia y Navarra".

Lourdes y Pau, situadas respectivamente en los departamentos de Altos Pirineos y Pirineos Atlánticos, pertenecían al reino de Navarra. Enrique IV, natural de Pau, fue el rey más popular de Francia gracias a la promesa de alimentar a sus súbditos todos los domingos. ¡Promesa que cumplió! Así, cada uno de ellos recibía un guiso de pollo al final de la semana. ¿Qué mejor manera de hacerse querer por un pueblo que garantizarles un plato de comida? Desde entonces, Francia se conoce a veces como Navarra.

Una última anécdota jugosa sobre este rey es que también se le conocía por el apodo de Vert-Galant, porque a menudo vestía un traje verde y coleccionaba conquistas tanto masculinas como femeninas.

Esta Colección de 60 kilómetros, a recorrer en tres etapas, te lleva a descubrir el antiguo país de Navarra, al pie de la cadena pirenaica, en el Camino de Enrique IV. Este GR 782, que comienza en la ciudad de Lourdes y termina en Pau, es bastante sencillo. No presenta ninguna dificultad técnica y tiene la particularidad de tener más desnivel negativo (-607 metros) que positivo (+363 metros). Por tanto, la Ruta es apta para todos los niveles desde la primavera hasta el otoño.

La vista es espléndida porque las panorámicas de las montañas siempre te acompañan y hacen que el esfuerzo sea aún más agradable. La Ruta tiene además la doble ventaja de enlazar los GR 101 y 78 con el GR 653. Esto ofrece la posibilidad de seguir caminando y prolongar la aventura.

Para ir y volver, la mejor solución es coger el tren. Lourdes y Pau están bien comunicadas desde Toulouse, y el itinerario pasa por las estaciones de ambas ciudades.

Además de estas hermosas ciudades hay muchos otros lugares interesantes que ver, como las ruinas de Gleise Pause, que datan del siglo XIII, el bonito dolmen de Reyre Dusets y el antiguo campamento romano del Fuerte de César.

Los monumentos religiosos no se quedan atrás. Sobre todo en Lourdes la devoción es más que palpable. Sin embargo, mi lugar favorito para visitar es Pau, que en occitano significa “ciudad de las empalizadas”. El Boulevard des Pyrénées, situado en una explanada y que ofrece una magnífica vista de las montañas, ilustra perfectamente este apodo. Su magnífico castillo transformado en museo te invita a despedirte de Enrique IV al final del recorrido. No te pierdas esta visita: podrás ver, entre otras cosas, la cuna del rey hecha con el caparazón de una tortuga.

Disfruta de este maravilloso camino.