Mar y montaña es un estilo culinario tradicional catalán que combina los productos típicos de ambos entornos en un solo plato. No en muchos territorios estos ingredientes conviven a tan poca distancia el uno del otro. La plana de l’Empordà es uno de ellos. Las tierras bajas de los ríos Ter y Fluviá, que se interponen entre el Mediterráneo y las estribaciones pirenaicas, son un reducto de huertos, legado monumental medieval, playas y calas.

Entre las olas y las colinas se teje una red de caminos y carreteras por la campiña que conecta el encanto marítimo de la comarca con el amplio patrimonio románico de sus pueblos. A juzgar por la concentración de castillos, campanarios, torres y restos de murallas que sobresalen entre sembrados, estas tierras son inmensamente apreciadas desde hace siglos.

Este paisaje, regado por las aguas del Ter y del Fluviá, es una paleta cromática que se transforma con la estacionalidad de los cultivos. El agua parece interpretar un papel de reparto pero, es sin embargo, uno de los protagonistas. En la Ruta cruzas varias veces estos majestuosos ríos, pero también pedaleas por otros cauces menores como el Daró o el Vell, cuya aportación al entorno es destacable. Y, por si fuera poco, también lo haces por las aguas del Mediterráneo que bañan la costa Brava. Es en este litoral donde yacen los restos de la impresionante ciudad griega y romana de Ampurias.

Te invito a pedalear, durante dos días, por un recorrido circular de unos 100 kilómetros sobre carreteras y pistas agrícolas que te llevan desde Torroella de Montgrí, a los pies del macizo, hasta el mar enlazando los encantadores pueblos empedrados del interior. Puedes desplazarte hasta Torroella de Montgrí en autobús desde Girona. Recuerda consultar las opciones para transportar tu bicicleta. También puedes optar por la opción del vehículo particular. En los alrededores de Torroella existen diversos aparcamientos gratuitos.

La Ruta es prácticamente llana. En total, asciendes menos de 800 metros. El paisaje entre los pueblos es una colección vegetal salvaje y agrícola. Por las márgenes fluviales proliferan las cañas bravas y los árboles de ribera. En las parcelas cultivadas se extienden maizales, olivares, frutales y cereales. Además, en la zona más occidental pedaleas por algunas carretera entre bosque mediterráneo.

Durante esta aventura puedes viajar ligero. La distancia entre las poblaciones, cada cual más pintoresca, es corta y querrás parar en cada castillo o campanario para respirar el ambiente medieval, hacer una foto y conocer un poco más el lugar. Palau-sator, La Bisbal, Cruïlles, Madremanya, Sant Martí Vell o Verges son una pequeña parte de la lista de núcleos de casas empedradas y monumentos románicos por los que pasas y en los que puedes abastecerte de casi cualquier cosa que necesites.

Este recorrido es apto para cualquier bicicleta en la que te sientas cómodo ya que los caminos no suponen ningún reto técnico. En cuanto a la forma física, el desnivel la hace muy asequible si pedaleas tranquilamente. El clima es templado todo el año. Sin embargo, en invierno es frecuente el viento frío de la tramuntana y, en verano, el calor atrae mucho turismo. Por este motivo te recomiendo comenzar entre primavera y otoño, cuando las temperaturas son muy suaves y el sol brilla llenándolo todo de color.

Espero que disfrutes de esta aventura a pedales por la herencia medieval del mar y tierra de l’Empordà.