Este viaje a pie nace de nuestro amor apasionado por las montañas que siempre nos acompañan en las aventuras y fantasías: los Apeninos. Hay lugares que no son solo lugares, sino entidades vivas que forman parte de nuestras vidas, como las personas a las que volvemos para sentirnos como en casa.

Este recorrido está diseñado con el objetivo de caminar, siempre que sea posible, por crestas. Así unimos los picos más altos de los Apeninos Centrales: el monte Vettore, el monte Gorzano y el Corno Grande. El resultado es una Ruta que sigue la línea fronteriza de tres regiones: las Marcas, el Lacio y los Abruzos. No obstante, debido a la orografía del territorio, también hay tramos que cruzan los valles para unir un macizo con otro.

Si hay un adjetivo que define bien los Apeninos, es "salvaje". Si decides realizar esta travesía, prepárate para caminar durante horas y días sin cruzarte con nadie. Tu única compañía será el viento y los animales pastando en libertad. Otros términos que se pueden asociar a estas montañas son “paciencia” y “aventura”. Muchos de los senderos están poco transitados, por lo que suelen estar cubiertos de maleza. Las señales y las pisadas han desaparecido, engullidas por el lento e inexorable avance del tiempo y de la naturaleza. A veces hay que abrirse paso entre las zarzas, o inventarse un sendero que ascienda por los amplios prados. Estas montañas te regalan la sensación de estar viviendo una experiencia única en lugares vírgenes.

La logística es un aspecto clave en la organización de este trekking. La Ruta pasa por pocos pueblos, muchos de los cuales quedaron destruidos tras el terremoto de 2016. Los únicos en los que puedes encontrar comida son Visso y Campotosto, así que siempre llevábamos en la mochila comida para al menos cuatro días. También tuvimos que investigar mucho para conseguir agua, pues muchas fuentes son estacionales y otras se han secado desde que el terremoto desvió la dirección de los acuíferos. Hay posibilidades de encontrar agua cada dos días, aproximadamente. Teníamos un total de ocho litros y nunca se nos acabó, ni siquiera en pleno agosto.

Para nosotros es esencial tener una tienda de campaña: de diez días, solo una noche dormimos en un camping. Dormir en las alturas forma parte de la aventura (pero además, es que no hay ningún otro alojamiento a lo largo de la Ruta). Despertarse en las laderas de los Montes Sibilinos y admirar el amanecer sobre la llanura de Castelluccio de Nursia, ver la salida del sol sobre el mar Adriático desde la cima de los Montes de la Laga, dormirse bajo un espeso manto de estrellas entre el Gran Sasso y el Pizzo d'Intermesoli… Todos estos regalos de la naturaleza nos ayudaban a seguir cargando nuestras pesadas mochilas.

Aunque estábamos en pleno verano, por la noche la temperatura solía caer por debajo de los diez grados. A 2200 metros, en las laderas del monte Gorzano, había dos grados. Sin embargo, con un saco de dormir de verano nos bastó: era de plumón con una temperatura confort de cuatro grados. Llevábamos una muda de ropa térmica —un forro polar, un jersey de lana merina y calcetines sintéticos— que solo utilizábamos por la noche. Agradecimos el cortavientos incluso durante el día, porque caminar por la cresta implica la presencia continua de viento (especialmente en la parte de los Apeninos que se encuentra entre el Adriático y el mar Tirreno). Incluso a mediados de agosto, el viento puede ser muy frío.

Como punto de partida elegimos Visso, en la región de Las Marcas, ya que es fácil llegar en transporte público desde Terni. Lo mismo para la llegada: Fonte Cerreto está bien comunicada con L'Aquila, y desde aquí puedes viajar al resto de Italia.

En la descripción de cada etapa puedes leer la historia del viaje y algunos datos prácticos que te ayudarán a organizar tu próxima aventura. ¡Feliz viaje!