Lo que más me gusta de viajar en bicicleta es poder disfrutar de los paisajes, caminos, pueblos e historia que se hacen visibles a la velocidad del pedaleo y que son imperceptibles detrás de un volante mientras conduces por una autovía o una carretera secundaria.

Al revisar el recorrido del antiguo Camino Real entre Zaragoza y Barcelona en el “Itinerario español o guía de caminos para ir desde Madrid a todas las ciudades y villas más importantes de España”, que publicó José María Escribano en 1757, te das cuenta de que algunas de las actuales carreteras nacionales mantienen los trazados de los caminos de rueda que se crearon en el siglo XVIII para ayudar a modernizar el país.
Así que, muy cerca de la autovía A-2 y la carretera N-II, se esparcen tesoros totalmente inesperados. Por un lado, los paisajes de los ríos Ebro, Gállego, Segre, Anoia y Llobregat; por otro, antiguas ventas centenarias abandonadas, ermitas románicas, castillos medievales, puentes romanos y mucho más.

Te invito a rodar unos 350 kilómetros divididos en cinco etapas, por las sendas, pistas y carreteras en las que se ha convertido el Camino Real de ruedas descrito en la guía de Escribano. Durante estos días vas a enlazar, a lomos de tu bici, estas joyas escondidas a simple vista. Además, vas a disfrutar del placer de moverte casi con la misma rapidez que los viajeros de la época.

A pesar de la cercanía de las grandes vías principales, la mayoría del trazado discurre por pistas de grava o asfaltadas y apenas 1,5 kilómetros de carretera nacional. Además, los cerca de 2500 metros de ascenso que se reparten en esta travesía la hacen muy asequible, ya que ninguna de las jornadas supera los 800 metros positivos. De este modo, la aventura se presenta ideal para cualquier ciclista acostumbrado a pedalear unas cuatro horas por jornada.

Si emprendes el recorrido con una bici de gravel moderna y te gusta añadir un toque deportivo a tus Rutas, este trazado también es ideal. Las monturas actuales te permiten rodar a buen ritmo, de todos modos, el itinerario es factible casi con cualquier tipo de bici que esté preparada para rodar fuera del asfalto. Eso sí, recuerda hacerle un buen mantenimiento preventivo y llevar repuestos y herramientas que te ayuden a solucionar imprevistos.

A lo largo de toda la Ruta tienes acceso a todo tipo de servicios. Las etapas están diseñadas para que encuentres un alojamiento al final de cada día, pero si prefieres vivir la aventura a tu aire, esta es perfectamente adaptable. Por tanto, dejo a tu elección si quieres viajar ligero o llevar más cosas. En todo caso, recuerda llevar varias capas de ropa y agua y comida suficiente para tener entre los puntos de paso.

Sin duda, los días templados de la primavera y el otoño son los ideales para pedalear por el Camino Real. En todo caso, te recomiendo que revises especialmente la previsión del viento y escojas bien la fecha en el calendario: Zaragoza está rodeada de parques eólicos por una razón. El verano puede ser muy caluroso y apenas hay sombra en la Ruta. Sea cual sea la temporada que escojas, recuerda llevar crema solar para evitar que el sol te castigue.

El recorrido empieza en Zaragoza y termina en Barcelona, dos ciudades muy bien comunicadas entre sí y con el resto de España, por lo que las opciones de transporte son múltiples.

Hacia el final, en la entrada a Barcelona, he decidido alargar el recorrido por el Llobregat en vez de seguir el trazado original, que actualmente está muy urbanizado. Aun así, Barcelona está llena de carriles bici. Seguro que pedaleando por uno de ellos te sale una sonrisa incrédula por los tesoros que has encontrado escondidos a simple vista.