Si Estados Unidos es famoso por sus “thru-hikes” (senderos de largo recorrido que cruzan el país a lo largo y ancho), Europa lo es por sus peregrinaciones. Entre ellas destacan la Vía Francígena y el Camino de Santiago, dos de las más conocidas.

Sin embargo, muy pocos de los caminos de peregrinación actuales se concibieron originalmente como viajes a Tierra Santa. Y la Vía Romea Germánica es uno de ellos. En el siglo XIII, el monje Alberto, abad del monasterio benedictino de la Santa Virgen María de Stade, recorrió el itinerario en su camino de regreso de Roma a Stade (Alemania). Más tarde, lo describió en los Annales en forma de un divertido diálogo entre dos monjes llamados Tirri y Firri que discuten sobre cuál es el mejor camino para llegar hasta la Santa Sede.

La descripción de la Ruta se corresponde exactamente con la actual Vía Romea Germánica. Con sus 1000 kilómetros de longitud, el itinerario une Brennero —en la frontera de Italia y Alemania— con Roma. Es un camino centrado en la lentitud y el conocimiento, cuyo principio clave es la unidad, tanto cultural como territorial. De hecho, recorres el centro-norte de Italia y pasas por algunos de sus lugares más significativos: desciendes de los Alpes y cruzas el valle del Po, los humedales de Comacchio, las montañas de los Apeninos tosco-emilianos, las colinas de Umbría, los lagos del Lacio y el Agro Romano.

Caminas principalmente por las típicas “strade bianche” italianas, pistas para ciclistas y senderistas, senderos cercanos a la costa y otros que atraviesan valles y llanuras; pasas por grandes ciudades y pequeños pueblos de importancia histórica, cultural y espiritual. Precisamente por la forma en la que se concibió, la Vía Romea Germánica no presenta dificultades técnicas y es perfecta para personas de cualquier condición física. En esta Colección he dividido la Ruta por regiones, pero tú puedes dividirla en etapas más cortas o preparar la mochila y lanzarte a una aventura de alrededor de mes y medio.

También puedes elegir el sentido de la Ruta, tanto si prefieres completar todo el itinerario como si quieres hacer recorridos más pequeños. Sin embargo, te recomiendo dejar la plaza de San Pedro como destino final. Terminar la aventura en uno de los lugares más famosos del mundo, símbolo de espiritualidad, es una experiencia que pocas veces se puede vivir.

Toda la Ruta está bien conectada por tren. Puedes llegar a muchas estaciones haciendo pequeños desvíos. Además, tampoco echarás en falta alojamientos. El punto más alto es la ciudad de Brennero (1300 metros sobre el nivel del mar). Más tarde, el camino discurre más entre llanuras y colinas. Por este motivo, y con el equipo adecuado, puedes completarlo en cualquier estación. No obstante, te recomiendo la primavera y el otoño para explorar el tramo del valle del Po, los valles de Comacchio y la parte de Umbría-Lazio, ya que en estas zonas hace mucho calor en verano.

Si quieres más información sobre la Ruta y su historia, visita el siguiente enlace (en italiano e inglés): viaromeagermanica.com. Para conocer mejor el camino, ¡haz la mochila, cálzate las botas y embárcate en esta increíble aventura!