Es común en la sociedad actual la creencia de que para andar por paisajes épicos y vivir aventuras inolvidables en contacto con la naturaleza es imprescindible viajar muchos kilómetros en coche, bus, tren o, incluso, avión. A veces, los árboles no nos dejan ver el bosque. Sin embargo, hay ciudades privilegiadas que se ubican muy cerca de montañas saturadas del verdor de los bosques, rebosantes de vida salvaje, con ríos, cascadas y arroyos, donde el paisaje campestre se acerca al piedemonte como las olas del mar a la playa. Vitoria es un ejemplo perfecto.

La capital vasca se encuentra en una extensa planicie que ostenta una magnífica corona de montañas conformada por diversas sierras y espacios naturales espectaculares. El GR 25 enlaza caminos tradicionales, senderos forestales, pistas agrícolas y algunos tramos de carreteras solitarias para dar una vuelta de unos 180 kilómetros por la Llanada Alavesa.

El inventario de jugosos paisajes boscosos, pequeños picos con vistas, manantiales, arroyos y balsas de riego, antiguos caseríos tradicionales, monasterios y templos centenarios, a menos de media hora en coche de la urbe, es espectacular. Te invito a caminar durante ocho etapas por el piedemonte de Vitoria y descubrir estos tesoros que se esconden a tiro de piedra de la ciudad.

El trazado oficial es una propuesta turística de la diputación foral de Álava que arranca en el aparcamiento del parque de Olarizu. En este caso, algunas de las localidades donde terminan las etapas no cuentan con alojamiento o solo abren en ciertas temporadas. Sin embargo, la cercanía a la capital y la disponibilidad de medios de transporte hacen que la travesía sea altamente configurable. Muchos días puedes volver al centro de la ciudad, disfrutar de su propuesta gastronómica y retomar la aventura al día siguiente. Lee más información en la descripción de cada etapa.

La temporada reina para recorrer el GR 25 es, sin duda, el verano. En esta época se está muy a gusto a la sombra de las hayas y el camino cuenta con muchas fuentes. También la primavera y el otoño te ofrecen sus encantos en este sendero, aunque el riesgo de precipitaciones aumenta. En invierno suele haber nieve, barro y frío, así que es mejor evitarlo.

El camino no tiene apenas dificultad técnica ni ascensos pronunciados, por lo que cualquier persona habituada a hacer senderismo puede disfrutar de este paseo por los bosques y campos alaveses. En cuanto al material, es muy recomendable llevar un calzado adherente, ya que hay algunos tramos que transcurren sobre roca madre. Por lo demás, gracias a la cantidad de localidades que te encuentras en el trayecto, puedes viajar ligero. Un par de mudas de ropa técnica, un chubasquero, gorra y una mochila donde transportar provisiones son más que suficiente.

Vitoria es una capital provincial muy bien comunicada, tanto por carretera, como por todos los medios de transporte. Llegar al inicio de la aventura y volver a casa con la memoria llena de paisajes no será un problema.

Espero que completar esta caminata circular por la Llanada Alavesa cambie tu paradigma acerca de las distancias que hay que viajar para encontrar una aventura épica. El piedemonte vasco te va a enamorar.