La cordillera pirenaica, el ecosistema de alta montaña más grande de la Península Ibérica, tiene algo especial. Son las montañas donde crecí. Las montañas donde me puse mis primeros esquís cuando tenía 4 años. Las montañas donde aprendí a escalar. Las montañas donde hice mi primera cumbre de 3.000 metros (9.842 pies). Las montañas que crucé con una bicicleta de costa a costa en autosuficiència total.

Esta cordillera me vio reír, llorar, pasar hambre, sed y sufrir toda una montaña rusa de emociones, y siguen siendo las montañas donde disfruto la mayor parte de mis aventuras. Nunca me canso de ellas. Particularmente me gusta ver amaneceres y puestas de sol desde sus picos y realmente me encanta mirar las estrellas desde mi saco de dormir con esa sensación de nariz fría pero el corazón cálido: las ganas de mi alma de experimentar la vida de manera simple, autèntica y a través de la vulnerabilidad.

Los Pirineos son enormes, pero uno de los lugares más emblemáticos es el Parque Nacional de Aigüestortes, ubicado en la parte noroeste de la provincia de Lleida, en Cataluña. Para este viaje, hicimos un circuito de tres días, alrededor de este increíble parque nacional empezando y terminando en Vielha.