“A La Mancha manchega que hay mucho vino, mucho pan, mucho aceite, mucho tocino. Y si vas a La Mancha, no te alborotes, porque vas a la tierra de Don Quijote”. Una de las jotas manchegas más populares nombra lo más característico de esta región, aunque se olvida de una joya única. Se trata de los humedales manchegos, un inmenso conjunto lagunar de gran valor natural.

Esta aventura se encuentra en pleno centro de la llanura manchega. En concreto, recorre las provincias de Cuenca, Toledo y Ciudad Real. El punto de salida lo pone la estación de trenes de Villacañas y finaliza en la parada de autobús de Las Pedroñeras. Por lo que tienes la posibilidad de organizar tu viaje utilizando el transporte público.


En Castilla La Mancha, al igual que las Lagunas de Ruidera y las Tablas de Daimiel, los humedales de La Mancha es una zona protegida donde viven muchas especies consideradas raras y en peligro de extinción. Aunque fueron declarados reserva de la biosfera por la Unesco, estos humedales son un tesoro que pocos conocen.. Antes de que se pusiera en valor, el desconocimiento de los visitantes causó muchos estragos al entorno.

Obviamente, el agua juega un papel muy importante en los humedales. La mayoría son de carácter estacional. Es decir, dependen de la lluvia para mantener su nivel de agua. Si no llueve, se secan y las aves migratorias no pueden parar. Además, esto afecta al preciado ecosistema creado en las lagunas.

Son numerosas las aves que viven o hacen escala en su viaje migratorio por estos valiosos humedales. Sin embargo, el flamenco común es el más representativo y el más fotografiado por los amantes de la avifauna. Y la verdad es que impresiona ver a más de 2000 ejemplares jugueteando en estos fantásticos aguazales. Otras aves dignas de contemplar son la cigüeñuela, la gaviota reidora o el pato colorado.

El recorrido de la Ruta no presenta ningún tipo de dificultad técnica. En su mayoría utiliza pistas de tierra compactada bastante anchas sin apenas desnivel. Además, gracias a la planicie, obtienes unas vistas privilegiadas del paisaje pudiendo contemplar su color y textura a kilómetros de distancia.

A lo largo de esta aventura no tienes problemas para conseguir víveres aunque es preferible llevar al menos agua contigo. Te recomiendo que planifiques cada etapa, ya que tienes la oportunidad de tomar un bocado mientras descansas junto a una de las maravillosas lagunas. Por otro lado, puedes encontrar alojamiento en las poblaciones que atraviesa la Ruta. Eso sí, intenta reservar con antelación para evitar sorpresas de última hora.


Si te estás preguntando qué estación es la mejor para visitar los humedales manchegos, puedes recorrerlos en cualquier época. Depende de tus preferencias, pero únicamente debes tener en cuenta que los veranos son muy calurosos y los inviernos muy fríos. Además, algunas de las lagunas se secan en verano dejando un curioso manto blanco sobre la tierra. En invierno, por el contrario, puedes observar un mayor número de aves migratorias. Tal vez, estos sean los puntos más importantes a la hora de planificar tu aventura.

Ahora sí, llega la hora de adentrarte en este privilegiado paisaje acuático del corazón de la llanura manchega.